La anorgasmia puede deberse a causas orgánicas, psico-sociales o una interconexión entre las mismas, requiriendo una evaluación personalizada para identificar la naturaleza específica de cada caso.
Desde del punto de vista orgánico, son múltiples las condiciones que pueden afectar a la fase orgásmica de la mujer. Algunas de estas incluyen la insuficiencia suprarenal, diabetes mellitus, hipogonadismo, hipotiroidismo o el efecto secundario de determinados fármacos.
A nivel psico-social, es crucial considerar episodios traumáticos relacionados con la sexualidad o experiencias donde no se alcanza el orgasmo debido a una estimulación inadecuada y falta de comunicación de estímulos excitantes, a menudo asociado a una crisis de pareja.
La falta de orgasmos sostenida puede generar ansiedad, convirtiendo el orgasmo en el objetivo principal durante las relaciones sexuales. La persona está tan centrada en las sensaciones que indican la presencia del orgasmo que pierde la conexión con el contexto erótico. Disminuyendo la excitación y dificultando el orgasmo.
El miedo a perder el control durante las relaciones sexuales, muchas veces vinculado a una baja autoestima o educación sexual restrictiva, también puede interferir en la experiencia orgásmica.
El placer sexual es una parte normal y natural de la vida. Sin embargo, para muchas personas, la culpa, vergüenza y pudor asociados al sexo pueden inhibir el disfrute.
Si la anorgasmia no se trabaja, cada intento fallido de mantener relaciones sexuales satisfactorias puede aumentar la presión personal para conseguirlo dando lugar a un círculo vicioso cargado de frustración y distanciamiento emocional con la pareja.
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