Entre el 2 y el 11 % de los hombres en Europa muestran un retraso significativo en la eyaculación
La eyaculación retardada puede deberse a causas orgánicas o psicofisiológicas, requiriendo una evaluación personalizada para identificar la naturaleza de cada caso. A pesar de la variedad de causas, hay procesos comunes, como la necesidad de una estimulación intensa y sostenida en el tiempo para alcanzar el orgasmo en pareja, llegando, en muchas ocasiones, a no alcanzarlo.
La presencia continuada de la dificultad eyaculatoria puede promover el desarrollo de presión y el establecimiento de la eyaculación como objetivo principal de las relaciones sexuales. Durante la actividad sexual, la persona está tan focalizada en las sensaciones corporales que indican la presencia o ausencia del orgasmo que pierde de vista la estimulación y el entorno erótico en el que se encuentra inmersa. Perder el “aquí y ahora” provocará una disminución de la excitación y, por ende, dificultades en el orgasmo.
Inicialmente, la pareja puede disfrutar de las relaciones sexuales prolongadas. Sin embargo, la ausencia o el retraso eyaculatorio continuado en el tiempo puede interpretarlo como una falta de atractivo personal o habilidad sexual, generando reacciones poco adecuadas y promoviendo la presencia de presión y tensión.
Si la eyaculación retardada no se trata, cada intento fallido de mantener relaciones sexuales satisfactorias, puede aumentar la frustración personal y de la pareja, así como, el distanciamiento emocional de la relación. En muchos casos, este círculo vicioso termina con la ruptura de la relación.
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