Infidelidad

Dentro del contexto terapéutico se pueden distinguir diferentes tipologías de infidelidades; accidentales, románticas, recurrentes y compensatorias. En nuestra experiencia, las más frecuentes en terapia son las infidelidades compensatorias. Este tipo de infidelidad emerge ante la insatisfacción del estado actual de la relación. En muchos casos, este estado de insatisfacción puede estar relacionado con la resolución insatisfactoria de determinadas crisis en la pareja como pueden ser:

• Etapas iniciales de la relación: Uno de los retos que tiene que afrontar la pareja son los límites de la misma, relacionado, entre otras muchas cosas, con la exclusividad del vínculo.

• La crianza de los hijos: cuando una pareja amplia su contexto relacional con la llegada de la parentalidad, se establece cierta tensión entre el rol de pareja y el rol de padres. En muchos casos, el rol de padres es tan demandante, que desplaza la pareja a un plano de menor importancia.

• La adolescencia de los hijos: supone mirarse en el espejo y tomar consciencia del paso del tiempo. Conscientes de ello, muchas personas sienten la necesidad de revelarse y sentir que aún son interesantes o “deseables” por otras personas.

• El “nido vacío”: en el momento en el que los hijos marchan del domicilio familiar, supone el reencuentro con el contexto de pareja. Un contexto que en muchos casos se ha descuidado con el tiempo e implica un reajuste de la relación.

Independientemente del momento en el que se produzca, se pueden identificar una serie de consecuencias en los miembros implicados.

• Consecuencias para el cónyuge transgresor: inicialmente, el sentirse reconocido y valorado por una nueva relación implica un aumento en la autoestima dando lugar a un mayor cuidado en la imagen y una actitud más positiva frente a los demás. No obstante, esas primeras vivencias pueden cambiar ante la emergencia de sentimientos como la culpa, la ansiedad, sintomatología depresiva etc.

• Consecuencias para el cónyuge traicionado: inicialmente, puede presentar cierta sensación de confusión al captar ciertos comportamientos contradictorios en la pareja. Si esto se mantiene en el tiempo, sobre todo si la pareja niega la presencia de esta realidad, puede desembocar en una actitud de hipervigilancia, ansiedad y cierta sensación de irrealidad. Cuando la infidelidad se desvela, inicialmente puede ocasionar cierta sensación de alivio, ante la sensación de “no estoy loco/a”. No obstante, este tipo de sensaciones duran poco en el tiempo. Cuando afrontan lo ocurrido, es usual la presencia de inseguridad y cuestionamiento personal, sentimientos de tristeza, minusvalía, humillación, vergüenza, enfado, rencor. Así como, ansiedad, irritabilidad, insomnio, pérdida de apetito, visualización de escenas fantaseadas sobre lo acontecido, pensamientos intrusivos y obsesivoides sobre lo ocurrido, sintomatología depresiva, desconfianza y necesidad de control. Incluso, en casos extremos puede aparecer la presencia de violencia.